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 (miopía, hipermetropía y astigmatismo), la ambliopía y los estrabismos. “De hecho, existen estudios de pre- valencia que estiman la ambliopía, el estrabismo y la anisometropía en niños menores de 6 años entre el 1% y el 6%”, confirma Ruiz Pomeda.
• Defecto o error de refracción: se produce cuando los rayos de luz que entran en el ojo no focalizan en la retina, mientras que la emetropía es la condición ocular ideal en la que los rayos de luz, tras atravesar el ojo, focalizan en la retina. “El desarrollo de los defectos refractivos es un proceso dinámico que experimenta grandes cambios en los primeros cinco años de vida. Por ello, tenemos que conocer estos cambios para saber si los resultados que obtenemos son normales para la edad y para saber cuándo y cómo se debe prescribir una corrección y cuándo el paciente tan solo necesita segui- miento”, argumenta la experta.
• Ambliopía. Cualquier defecto refractivo alto, aniso- metropía, alteración motora o sensorial durante los pri- meros años de vida del niño alterará el desarrollo nor- mal pudiendo producir ambliopía que se presenta como una anomalía del desarrollo que resulta de alteraciones fisiológicas en la corteza visual y afecta a la visión. “La ambliopía es clínicamente importante porque, quitan- do los defectos refractivos, es la causa más frecuente de pérdida de visión en niños dándose entre un 2 y un 4% de la población”, asegura la experta, quien detalla que “desde un punto de vista clínico, un ojo ambliope
es un ojo con pérdida de agudeza visual sin ninguna patología que lo justifique a pesar de portar la mejor compensación óptica. Pero, además, la ambliopía lleva consigo otras alteraciones neuronales, perceptuales y oculomotoras, como son por ejemplo una acomodación reducida, imprecisa e inestable, movimientos oculares anómalos, localización espacial imprecisa o efecto de amontonamiento”.
• Estrabismo. Se trata de la pérdida de paralelismo de los ojos del niño, lo que dificulta que los ojos enfoquen un mismo punto simultáneamente. De esta manera, los menores que presentan estrabismo en una edad tem- prana presentarán una alteración espacial y sensorial. La detección precoz de cualquiera de estos problemas y un manejo adecuado de cada caso podrán proporcio- nar la mejor capacidad visual posible. De esta mane- ra, “el optometrista puede plantear como tratamiento de los defectos refractivos lentes oftálmicas o lentes de contacto. En el caso de la ambliopía, el tratamien- to irá encaminado a eliminar el factor ambliogénico y sus factores de riesgo. La primera línea de trabajo será compensar el defecto refractivo que causa la ambliopía y en función del tipo y severidad de esta también se rea- lizará oclusión. La terapia visual se podrá plantear para aumentar el efecto de la oclusión, disminuir el tiempo de tratamiento y afianzar los resultados con el fin de evitar regresiones posteriores”, explica Ruiz Pomeda, quien hace hincapié en que “el papel del optometrista
 PREGUNTAMOS AL EXPERTO
Alicia Ruiz Pomeda
ESPECIALIZACIÓN
La optometría pediátrica exige una for- mación específica, ya que ni las pruebas ni el examen son iguales a las que se rea- lizaría en un adulto. Pero, por otro lado, considero decisivo que el optometrista sea un buen profesional, que pueda exa- minar igual de bien a un joven de 15 años; a una persona de 90 con problemas macu- lares o a un niño de dos años.
Para poder hacer un examen detallado a un niño será fundamental tener conocimientos de anatomía, patología, desarrollo visual, ser capaz de hacer retinoscopia con soltura, ex- plorar la agudeza visual y la visión binocular adecuando las pruebas a la edad del niño y además será fundamental saber mirar bien con lámpara de hendidura y explorar el fon- do de ojo. Todos estos procedimientos son los mismos que un optometrista debería ha- cer con adultos en cualquier examen visual
rutinario. No concibo un examen a un adulto que no incluya una histo- ria clínica o la exploración
de pupilas, del polo ante-
rior o posterior, además del estado refractivo; de la misma manera que no concibo prescribir unas gafas a un adulto que presenta síntomas aste- nópicos, visión borrosa o diplopía sin haber evalua- do antes la visión binocu- lar. Creo que debemos estar preparados y actua- lizados, ya que de esto depende nuestro futuro. Desde luego, las venta- jas de estar formado son todas a nivel personal y profesional.
La optometría pediátrica no es un área mayoritaria pero cada vez es mayor el interés de los pro- fesionales en formación en esta materia. Somos muchos trabajando en di- versos campos. Además de los establecimientos sanita- rios de óptica, también hay optometristas en servicios de oftalmología públicos y privados, otros ocupando puestos de docencia y di- rección en universidades y centros de formación profe- sional, en investigación o en empresas relacionadas con la oftalmología o la contac- tología, lo que contribuye a que nuestra profesión sea
más reconocida.
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  Doctora en Ciencias de la Visión por la Universidad Europea de Madrid con mención “Cum Laude”, diplomada y graduada en Óptica y Optometría. En la actualidad trabaja como optometrista en el Hospital Universitario de Móstoles, actividad que compagina con la investigación.
  5473Gaceta de OptometríaEMNAEYROO22001199
















































































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