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EN PORTADA
permitirá al niño recuperar o adquirir habilidades lo antes posible. Pero no es sencillo si el paciente no se pone en manos de profesionales, ya que la ambliopía infantil es un síndrome que compromete la visión y no presenta, casi nunca, sintomatología alguna.
Algunos errores refractivos significativos, sobre todo si son anisometrópicos, pueden no dar se- ñales de alerta al entorno del niño. “Estrabismos de bajo ángulo son inapreciables a simple vista por no profesionales y pueden pasar totalmente desapercibidos. Por eso, todo niño debería so- meterse a un examen visual completo antes de los cuatro años”, recomienda el experto, quien apunta que los padres y el entorno pueden de- tectar múltiples señales de alarma que indiquen que algo va mal,
como la observa-
ción de desviación
de algún ojo en
cualquier distan-
cia; guiño de algún
ojo cuando sale
a la calle o cuan-
do lee; si se frota
continuamente
los ojos; dolores
de cabeza tras un
esfuerzo en cerca;
que el niño refie-
ra visión borrosa
o visión doble en
alguna distancia;
baja comprensión
lectora; mala coor-
dinación ojo-mano; acercarse demasiado cuando realiza tareas en cerca o bajo rendimiento esco- lar, entre otras.
Ante cualquiera de estos signos de alarma, resul- ta esencial ponerse en manos del óptico-optome- trista, ya que se trata del profesional mejor pre- parado para detectar y tratar este problema. “La prueba de referencia con la que cuenta el profe- sional sigue siendo la toma de agudeza visual con la mejor corrección óptica. Si no existe patología, la pérdida de agudeza visual se debe a la amblio- pía. Un aspecto clínico importante es que siempre debe de haber un factor ambliogénico (o estrabis- mo constante o un error refractivo importante)”, detalla Portela, quien hace hincapié en que “otra prueba importante es la medida de la estereoagu- deza global con test de puntos aleatorios. Si no existe estereoagudeza, probablemente exista es- trabismo y/o ambliopía”.
Para mejorar el screening se han desarrollado auto- rrefractómetros portátiles automáticos que incor- poran un software que compara los valores de la medición con valores umbrales propios para la edad del niño, hasta el punto de que se pueden utilizar a partir de los seis meses de edad y la medición se
realiza a un metro de distancia del menor. En este caso, esta opción proporciona la refracción (equi- valente esférico), diámetro de pupila y la simetría de los re ejos corneales. Además, están llegando a consulta los videoculógrafos, que analizan los mo- vimientos oculares mediante monitorización por ordenador, lo que ayuda al óptico-optometrista a medir con gran  abilidad las desviaciones oculares. En cuanto a terapia visual por ordenador, hay programas informáticos que, a través de juegos interactivos, permiten a los niños cumplir con el tiempo estipulado de la terapia sin aburrirse y con autocontrol de su propio incremento en las habi- lidades que adquiere. Además, también permiten al profesional tener un archivo con el historial y la evolución de cada paciente durante la terapia.
tRatamiento
Una vez detectado el problema, un tra- tamiento a tiempo mejora la agudeza visual, la binocula- ridad y disminuye la probabilidad de discapacidad si hay una pérdida de vi- sión en el otro ojo en la edad adulta, de ahí que poner- se en manos de un óptico-optometris- ta resulte funda- mental. Y es que, en ambliopías ani-
sometrópicas se debe primero corregir cualquier error refractivo significativo con gafas o lentes de contacto, mientras que en la ambliopía estrábica se debería corregir el error refractivo si existiera, mejorar la visión binocular y, aunque se consiga una estereopsis gruesa, esta puede mejorar la calidad de visión en términos de percepción del paciente. En algunos casos es necesaria la inter- vención quirúrgica. Por su parte, en los casos de ambliopía por deprivación (catarata, ptosis...), la cirugía temprana conseguirá las menores conse- cuencias sensoriales y la posibilidad de mejorar la agudeza visual.
En este sentido, los tratamientos más habituales son la corrección del error refractivo, el uso de pe- nalización del ojo no ambliope por medio de par- ches, filtros, gotas que paralizan la acomodación y la terapia visual. “La terapia de la ambliopía se puede dividir en dos modalidades: por un lado, la terapia pasiva, en la que se incluye la corrección óptica y los tratamientos de oclusión y penaliza- ción y, por otro lado, la terapia activa, durante la cual el individuo realiza ejercicios activos en los que se requiere la colaboración del paciente. En este última se incluye la terapia visual clásica, la
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